divendres, 8 d’agost del 2014

El Metro de Estocolmo

Hace unos días estuve en Estocolmo y voy a hablaros de su metro. No es mi intención decir lo que ya sale en la Wikipedia ni perderme en aspectos técnicos, sino comentar mis impresiones como viajero, tal como hace un tiempo hice con el metro de Madrid.

La red
A simple vista parece sencilla pues solo hay tres líneas (roja, azul y verde), pero no lo es tanto. Cada línea tiene varios ramales y para identificar cada uno de ellos, hay mapas en los que incluyen una numeración de los mismos y en otros no. La verdad es que en las estaciones y en la parte frontal y lateral de los trenes, donde se anuncia el destino del convoy, no hay rastro de los números que aparecen en esos mapas, así que lo mejor es fijarse bien a qué ramal corresponde nuestra estación de destino antes de subir al primer metro que pase.
Esta es otra característica del metro de Estocolomo y que supone que moverse por la red tenga un grado de complejidad y dificultad que ahora mismo sólo se me ocurre comparar con Londres o Nueva York: por el mismo andén pasan los trenes de una misma línea con diferentes destinos y trenes de otras líneas. Pero eso no es todo, hay estaciones que contradicen la intuición básica de que cambiando de andén (o mejor dicho: de vía, pues allí las estaciones están diseñadas con andén central) cogeremos la misma linea en dirección opuesta; allí es posible que tengamos que bajar o subir un nivel.
Para que entendáis lo que acabo de explicar os pongo un ejemplo local. Es como si en la estación Diagonal del metro de Barcelona, un andén fuera la L3 dirección Zona Universitària y el contrario es la L5 dirección Cornellà, y no la misma L3 pero en dirección Trinitat Nova, que sería lo previsible.
La señalización y la inclusión de la numeración de las vías tampoco ayudan mucho a la simplicidad de la red. No es que para moverse en metro haga falta un máster en física nuclear, no exageremos, pero sí es verdad que hasta que uno no se familiariza es una red más difícil que la mayoría de las demás en que he estado.
A favor de la red de metro, diré que es muy completa y que complementada con los autobuses, es fácil y rápido llegar a casi cualquier sitio de la ciudad.

Las estaciones
Están señalizadas por una T azul de Tunnelbana sobre fondo blanco. Los vestíbulos suelen contar con pequeñas tiendas e incluso sitios de comida rápida. Para acceder al andén, hay que validar el título de transporte en esas "cosas" (torniquetes no, son puertas) cuyo nombre no me acuerdo ahora mismo cagoenlalechemerche,  lo que indica que los suecos parecen ser menos confiados que los alemanes, donde no hay ninguna barrera física para acceder a las plataformas.

 Entrada del Tunnelbana.

Es probable que alguna guía turística o reportaje os haya vendido la moto de que las estaciones del metro de Estocolmo son algo parecido a una galería de arte por la forma en que están decoradas. Mentira. La mayoría de estaciones subterráneas están decoradas con azulejos al más puro estilo de un ambulatorio de hace veinte años; las otras, sí es verdad que están decoradas y tienen la curiosidad de que la pared no es lisa, sino roca y parece que estés en una cueva, lo que da la impresión de que uno está en una Atapuerca pintada por entusiastas de los años 70. Que cada uno saque sus conclusiones.

Interior de la estación. Estatuas griegas conviven con el logo atómico pintado en el techo. Pues vale.
 
Los trenes
Circulan por la izquierda. Los convoyes son modernos y sorprende la de vagones que llevan enganchados. Suelen llevar nueve, pero se reducen a seis a la caída de la tarde. El interior de los mismos es cómodo, sin embargo, el trayecto no lo es tanto, pues por algún motivo que desconozco, los trenes no paran de dar acelorones y frenazos durante todo el trayecto. Esto, que es algo muy raro en el metro de Barcelona y un poco más común en los autobuses y que nos lleva a decir aquello de "le habrán dado el carné en la tómbola", es lo habitual en el metro de Estocolmo. Como no quiero pensar que todos los conductores son unos ineptos, imagino de que la infraestructura no debe estar muy al día. Relacionado con esto, hay un pequeño detalle que me llamó la atención, y es que el conductor no dispone de un espejo para comprobar que no haya nadie subiendo y bajando del convoy, sino que debe salir él mismo de la cabina en cada parada.

Exterior e interior de los vagones del metro.

Antes de entrar, dejen salir
Esa frase escrita encima de las puertas de los vagones del metro de Barcelona y a la que prácticamente nadie hace ni puto caso, allí sí, ¡qué gozada! Poder salir del vagón sin nadie que te vuelva a empujar hacia dentro ni con prisa para entrar, sino que amablemente se apartan para que puedas seguir tu camino es algo que se agradece mucho. Como también se agradece que allí los coches se detengan si el conductor cree que vas a cruzar el paso de cebra, no como por estos lares.
Entre otras cosas buenas, diré que el metro resulta de gran utilidad, que hay personal en todas las estaciones dispuesto a atenderte en caso de cualquier problema o duda, que es rápido y que si uno no se quiere ir muy lejos, la frecuencia de paso de los trenes es alta y por lo tanto, poco tiempo estará esperando en el andén.
Sin embargo, y como conclusión final, creo haber dejado claro que no es ni de lejos un metro desastroso pero hay varias cosas susceptibles de mejora y que por tanto, si hiciéramos un top ten de los metros de Europa, el de Estocolmo no estaría entre ellos, menos si añado que su precio tampoco es que sea precisamente económico, sino todo lo contrario.

Por cierto, Estocolmo es preciosa, no dejéis de visitarla si podéis. En verano, claro.

 Esto es el interior del Arlanda Express, un tren que va del aeropuerto a la estación central (también se puede coger el cercanías). Va a toda leche y es la mar de elegante, ¡la verdad es que mola mucho!